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El nombre de Vera Rubin, astrónoma estadounidense fallecida en 2016, queda inmortalizado en el observatorio astronómico de última generación que acaba de inaugurarse en Chile. Considerado uno de los proyectos más ambiciosos de la astronomía contemporánea, el Observatorio Vera C. Rubin se presenta como una herramienta clave para desentrañar los misterios del cosmos, especialmente los relacionados con la materia oscura.
Ubicado en el Cerro Pachón, en la Región de Coquimbo, este centro científico operado por la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) y el Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE) alberga la cámara digital más grande y sensible del mundo, con un sensor de 3.200 megapíxeles. Con esta tecnología, el observatorio podrá captar imágenes detalladas de supernovas, agujeros negros, asteroides, cometas y miles de millones de galaxias.
"Se necesitarían cientos de pantallas en ultra alta definición para reproducir una sola imagen capturada por esta cámara", señalan desde el consorcio responsable del proyecto. Las operaciones de observación se extenderán por al menos una década, con el objetivo de cartografiar el cielo y profundizar en la comprensión de fenómenos aún no explicados, como la materia y la energía oscura.
Rubin fue una de las primeras científicas en ofrecer evidencia empírica sólida sobre la existencia de la materia oscura. En la década de 1970, junto al astrofísico Kent Ford, estudió la velocidad de rotación de las estrellas en más de 60 galaxias. Sus hallazgos mostraron que las estrellas situadas en los bordes giraban tan rápido como las del centro, lo que contradecía las leyes conocidas de la física y apuntaba a la existencia de una masa invisible que afectaba su movimiento.
En su momento, muchos expertos se mostraron escépticos ante la hipótesis, pero la solidez de las observaciones y la claridad de su interpretación terminaron por consolidar su teoría como uno de los pilares de la cosmología moderna.
Desde sus inicios, Rubin debió superar numerosos obstáculos. Fue rechazada por el programa de posgrado en astronomía de la Universidad de Princeton por ser mujer —una política que no fue modificada hasta 1975—, por lo que realizó su doctorado en la Universidad de Georgetown.
Durante años enfrentó prejuicios de género en instituciones y espacios científicos. Sin embargo, nunca dejó de impulsar el acceso y la participación de las mujeres en la astronomía. Defendió activamente la inclusión femenina en comités, universidades y congresos, y fue promotora del reconocimiento a las investigadoras en un entorno históricamente masculino.
Rubin fue la segunda mujer elegida como miembro de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU., aunque nunca recibió el Premio Nobel, una omisión que continúa siendo objeto de debate dentro de la comunidad científica.
El Observatorio Vera Rubin es el primero en Estados Unidos que lleva el nombre de una mujer científica. Entre sus principales misiones destaca el estudio detallado de la materia oscura, una forma aún invisible de materia que, según los expertos, representa más del 80% del total existente en el universo.
A través del levantamiento de un catálogo de más de 10 mil millones de galaxias, el observatorio buscará validar modelos sobre la distribución y el comportamiento de esta materia. “Si identificamos grandes concentraciones de galaxias pequeñas, estaremos más cerca de confirmar nuestras hipótesis actuales sobre la materia oscura”, explican desde el equipo científico.
La inauguración de este centro no solo representa un avance tecnológico, sino también un reconocimiento al trabajo de Rubin y a la lucha de muchas mujeres por un lugar en la ciencia. Su legado, como sus hallazgos, continúa expandiéndose en las fronteras del conocimiento humano.
Fuente: BBC