Bolivia
En un giro decisivo para el escenario político boliviano, el presidente Luis Arce anunció este martes 14 de mayo que no se postulará a la reelección en los comicios presidenciales del próximo 17 de agosto. La decisión, según explicó, responde a su compromiso con la unidad del bloque progresista y su rechazo a convertirse en un factor de división frente al avance de la oposición conservadora.
“Con absoluta firmeza he decidido declinar mi candidatura. No seré un obstáculo para la unidad ni permitiré que se consolide un proyecto de derecha fascistoide que pretende destruir el Estado Plurinacional”, declaró Arce en un mensaje oficial desde la Casa Grande del Pueblo, sede del Ejecutivo en La Paz.
El mandatario expresó preocupación por las fracturas internas del Movimiento Al Socialismo (MAS), organización política que lo llevó al poder en 2020, pero que hoy se encuentra dividida en al menos tres corrientes: la suya, la del senador y presidente del Senado Andrónico Rodríguez, y la del ex presidente Evo Morales.
Arce advirtió sobre los peligros de una izquierda fragmentada: “No puede ser nuestro destino abrirle paso a la estrategia imperialista y al saqueo de nuestros recursos naturales. Me niego rotundamente a ello”, enfatizó.
En su intervención, el jefe de Estado hizo un llamado enfático a reorganizar el bloque nacional-popular en torno a un liderazgo con viabilidad electoral y un programa común. “La unidad debe ser más que una formalidad burocrática; debe reflejarse en la acción, en el programa y en el voto”, remarcó.
Además, pidió expresamente al ex presidente Evo Morales desistir de su intención de regresar al poder, recordando los límites constitucionales que le impiden competir nuevamente. También exhortó a Andrónico Rodríguez a priorizar el diálogo y los consensos: “Estoy dispuesto a contribuir a esa unidad sin reservas, con la frente en alto y de cara al pueblo”, afirmó.
La renuncia de Arce se produce en un contexto de fuerte tensión interna dentro del MAS, partido que gobernó Bolivia durante más de una década bajo el liderazgo de Evo Morales. Las pugnas por el control del aparato partidario y las candidaturas han debilitado la capacidad del oficialismo para articular una propuesta unificada de cara a los comicios.
En paralelo, sectores leales a Morales han redoblado su ofensiva política. Los sindicatos del Trópico de Cochabamba —bastión histórico del ex mandatario— anunciaron una marcha hacia La Paz para exigir su inscripción como candidato presidencial. La movilización partirá el jueves y culminará el viernes con una caravana desde El Alto hasta el centro político del país.
“Vamos a inscribir a Evo como el candidato del pueblo. Que nadie intente bloquearlo”, advirtió Vicente Choque, dirigente cocalero.
Desde esa misma línea, el diputado Gualberto Arispe —aliado de Morales— advirtió que si el ex presidente no es habilitado, las elecciones “no deberían realizarse”. “No se puede dejar fuera al mejor jugador del campeonato”, graficó.
Con la renuncia de Arce, el tablero electoral boliviano queda aún más convulsionado. Mientras la oposición observa de cerca las divisiones en el oficialismo, la izquierda se enfrenta al desafío de reorganizarse en tiempo récord para competir con una sola fórmula. El tiempo corre: la inscripción de candidaturas vence en los próximos días y la atomización del voto popular podría allanar el regreso de fuerzas conservadoras al poder.
Fuente: Infobae