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Nacional

En la última década, científicos y organismos internacionales han presentado investigaciones sobre las afectaciones del maíz transgénico y agroquímicos como el glifosato en la salud humana, las cuales han sido minimizados y hasta bloqueadas por los grandes corporativos agroindustriales, mismos que presentan sus propios estudios bajo parámetros que no son suficientes para establecer si provocan o no afectaciones a la salud, advierten especialistas.

El caso más evidente, explica Silvia Ribeiro, directora para América Latina del Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración (Grupo ETC), es la investigación que hizo el profesor Gilles-Eric Séralini, publicada en 2012 en la revista Food and Chemical Toxicology, la cual concluye que el herbicida Roundup y un maíz transgénico, ambos propiedad de Monsanto, provocaban tumores y enfermedades.

La directora del Grupo ETC explicó que la investigación de Séralini se basó en la observación de ratones que durante toda su vida (dos años) comieron maíz transgénico, dando como resultado el desarrollo de tumores y problemas en sus órganos, lo que sembró a la industria y ocasionó “una caza de brujas” contra el científico y la revista que lo publicó.

La especialista destacó que la importancia de este trabajo radica en su longitud, pues los estudios que hacen las grandes empresas como Monsanto y que entregan a las agencias reguladoras para asegurar que sus productos no son dañinos, son menores a tres meses, cuando dicha investigación comprueba que los perjuicios se comienzan a manifestar a partir de los cuatro meses de estar expuestos a los transgénicos.

En 2016, una investigación de un grupo de ingenieros genéticos, en colaboración con GMO Myths and Truths, después de revisar mil 700 estudios de cabilderos a favor del uso de transgénicos, concluyó que muchos de ellos muestran evidencia de riesgo para la salud humana.

De hecho, se señala en la investigación, “un análisis de laboratorio en células humanas muestra que niveles muy bajos de glifosato (el ingrediente químico principal del herbicida Roundup, que la mayoría de los cultivos transgénicos están diseñados para tolerar) imitaron la hormona estrógeno y estimularon el crecimiento de células de cáncer de mama… Los cultivos y alimentos genéticamente modificados no son seguros ni necesarios para alimentar al mundo”.

Otro estudio del Center For Food Safety expone seis preocupaciones potenciales sobre la salud humana a consecuencia del consumo de alimentos transgénicos: toxicidad, reacciones alérgicas, resistencia a los antibióticos, inmunosupresión (debilitamiento del sistema inmunitario y de su capacidad para combatir infecciones y otras enfermedades), cáncer y pérdida de nutrición.


Fuente: La Jornada

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