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 México

En medio de una creciente presión política y judicial, el senador Adán Augusto López Hernández reapareció este miércoles en su calidad de coordinador de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado. Lo hizo en un contexto marcado por los señalamientos hacia Hernán Bermúdez Requena, su exsecretario de Seguridad en Tabasco, hoy señalado como presunto líder criminal y actualmente prófugo.

Durante la sesión de la Comisión Permanente, la bancada de Morena, junto con sus aliados del Partido Verde y del PT, bloqueó cualquier intento de la oposición por incluir el caso en la agenda política del día. El bloque oficialista cerró filas en torno a López Hernández, desactivando de facto cualquier posibilidad de debate parlamentario sobre los presuntos vínculos entre el legislador y la red delictiva conocida como “La Barredora”.

En paralelo, el Gobierno federal, encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum, intensificó el cerco contra esa organización criminal. El gabinete de seguridad confirmó la detención de Ulises “N”, alias El Pinto, considerado el segundo al mando de dicha célula delictiva. El operativo, coordinado por la Secretaría de Seguridad federal, tuvo lugar en el aeropuerto de Guadalajara, Jalisco.

El arresto representa un avance relevante en la estrategia del gobierno para desarticular a “La Barredora”, grupo que ha sido vinculado con actos de violencia en Tabasco y cuyo liderazgo se atribuye a Bermúdez Requena, alias El Comandante H. Este último ocupó el cargo de secretario de Seguridad durante el mandato de López Hernández como gobernador (2019-2021), y permaneció en funciones hasta 2024, bajo la administración de Carlos Merino.

Pese a las negativas de Morena sobre un supuesto intento de proteger a López Hernández, el blindaje fue evidente. La oposición, representada principalmente por PAN, PRI y Movimiento Ciudadano, careció de la fuerza política y de la cohesión suficiente para colocar el tema en la discusión formal. Incluso algunas voces dentro de la mayoría oficialista, como la del senador Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, sugirieron horas antes que el asunto podría debatirse si así lo decidía el pleno. Sin embargo, en el transcurso de la sesión, esa posibilidad se desvaneció.

Adán Augusto permaneció en el salón de sesiones, evitó declaraciones a la prensa y se retiró discretamente. Durante su estancia, recibió múltiples muestras de respaldo de legisladores aliados: saludos efusivos, palmadas en la espalda y gestos de solidaridad política marcaron su paso. A pesar del blindaje parlamentario, la crisis no se ha disipado. La vinculación de su antiguo colaborador con una estructura criminal ha generado ruido dentro de Morena, partido que ha construido su narrativa sobre los principios de regeneración política y combate a la corrupción.

La captura de El Pinto refuerza el discurso de firmeza del gobierno federal frente al crimen organizado. No obstante, la proximidad entre figuras públicas y actores hoy investigados mantiene abiertos varios frentes que podrían tener repercusiones tanto en el ámbito judicial como en el político. Mientras tanto, el nombre de Adán Augusto López sigue en el centro de la controversia.

Fuente: Proceso

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