Suiza
En un movimiento que apunta a desescalar la tensión en una de las disputas comerciales más relevantes del panorama internacional, Estados Unidos y China acordaron una reducción significativa de los aranceles mutuos durante un periodo de 90 días, según confirmaron ambas delegaciones tras un encuentro de alto nivel celebrado en Ginebra este fin de semana.
De acuerdo con la declaración conjunta difundida el lunes, Washington reducirá los aranceles aplicados a productos chinos del 145% al 30%, mientras que Pekín rebajará del 125% al 10% los impuestos a las importaciones procedentes de EE.UU. La tregua se presenta como una ventana de oportunidad para reactivar el diálogo bilateral y buscar una salida estructural al prolongado conflicto comercial iniciado en 2018 bajo la administración de Donald Trump.
Aunque Trump matizó que seguirán vigentes los gravámenes del 25% sobre automóviles, aluminio y acero, y advirtió sobre posibles nuevos aranceles al sector farmacéutico, aseguró que la relación con China “es muy amistosa” y anunció una posible conversación con su homólogo Xi Jinping en los próximos días. “China se ha comprometido a abrir completamente su mercado. Es una excelente noticia para ambos países y para la estabilidad global”, afirmó el mandatario estadounidense desde la Casa Blanca.
El acuerdo contempla además la creación de un mecanismo permanente de seguimiento para el diálogo económico y comercial, una demanda recurrente por parte del gobierno chino. Pekín ha valorado positivamente el encuentro, al que calificó de “sincero, profundo y constructivo”. Así lo declaró el viceprimer ministro He Lifeng, principal negociador de la delegación asiática, quien consideró la cita un paso decisivo hacia una resolución basada en la consulta y el respeto mutuo.
Por parte de EE.UU., el secretario del Tesoro, Scott Bessent, destacó que ambas partes “defendieron con firmeza sus intereses nacionales” y coincidieron en la necesidad de avanzar hacia un comercio más equilibrado. En una rueda de prensa posterior al anuncio, Bessent subrayó que “ninguna de las dos delegaciones tiene interés en una ruptura”.
El acuerdo representa una modificación sustancial respecto a la postura que Washington había adoptado hasta ahora. Cabe recordar que en abril, Estados Unidos aplicó aranceles de hasta 145% sobre bienes chinos, como parte de una ofensiva tarifaria que excluyó entonces a China de una moratoria de 90 días ofrecida a otros países. Ahora, la reducción del 115% en los aranceles representa una distensión significativa, aunque aún lejos del desmantelamiento total exigido por Pekín para negociar en condiciones de igualdad.
Durante la escalada comercial, ambas economías impusieron gravámenes récord. Trump elevó progresivamente los aranceles desde el 10% inicial hasta el 145%, alegando preocupaciones sobre el tráfico de fentanilo, la seguridad nacional y el desequilibrio comercial. China respondió con tarifas del 125% a productos estadounidenses, aunque se negó a incrementar más allá esas medidas, acusando a Washington de promover una guerra comercial insostenible.
La presión económica ha sido palpable. Según datos oficiales, las exportaciones chinas hacia EE.UU. cayeron un 21% en abril, y las importaciones estadounidenses desde China tocaron en marzo su nivel más bajo desde el inicio de la pandemia. Las cadenas de suministro, especialmente en los sectores manufacturero y tecnológico, ya están mostrando signos de reajuste.
El Fondo Monetario Internacional ha advertido de las consecuencias macroeconómicas del enfrentamiento, rebajando sus previsiones de crecimiento global para 2025 en medio punto, y de forma más pronunciada para las dos economías implicadas: 0,9 puntos para Estados Unidos y 0,6 para China.
El nuevo entendimiento podría allanar el camino hacia un acuerdo más ambicioso, similar al alcanzado en 2018 tras el primer gran episodio de confrontación comercial. Sin embargo, queda en el aire si esta tregua de 90 días será suficiente para resolver diferencias estructurales entre ambas potencias, o si se trata simplemente de una pausa estratégica en un conflicto más profundo.
El desenlace dependerá en buena medida de cómo gestione la administración Trump este periodo de distensión y de la disposición real de ambas naciones para avanzar hacia una arquitectura comercial más estable y menos confrontativa.
Fuente: Infobae